viernes, 28 de octubre de 2011

UNIVERSO

Fuera luce un sol tibio. Aún el aire llega hasta mi con escalofrío, la primavera con sus brotes ha abierto de colores el patio mustio del invierno, una pequeña y diminuta tristeza quiere colarse en las hebras de mi corazón pero lo sacudo con golpes de esperanza, mañana será mejor. El ánimo quiere abrirse hueco y me gusta hacerlo pasar. ¡Qué frágil mantenerse arriba de las olas, navegar en un enclenque barco abarrotado de ilusiones y sueños por un temible mar donde rompen tormentas!
Suena sin parar esa música que me vuelve loca, por más que abro puertas y ventanas, ella sabe llegarme y me debasta. Trato de no oirla y no hay tapones para acallar su murmullo, ¿no la oyes?. Al final la dejo ahí, arrinconada, tal vez se canse y me abandone, mientras tanto sigo adelante en la desesperación de quien se sabe acorralado pero no se rinde; hay otras músicas, seguro, sigo buscando.
No puedo pensar, mejor no quiero, vamos a sentir, pero duele. Un millón de aguijones se hincan en la piel y me inflaman, soy una enorme bola de sentimientos, no sé si podré resistir tantos ataques, ¿o sí?, pero perderé tamaño y me quedaré pequeña, un punto apenas visible en este universo. Pequeña e ínfima intentando el control del pestañeo que va solo, mientras cierro los ojos y fuera giran las estrellas.

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