lunes, 20 de mayo de 2019

Renacimiento

No imaginas el vuelo de los días pero se van junto a las alas de los pájaros que emigran de mi jardín las mañanas de sol. Hoy es uno de esos fugitivos días que llega para decirme al oído palabras de ánimo y consuelo: solo son 56. Un número más impreso en cada cana de mi pelirrojo y teñido pelo, inserto en los canales de arrugas que recorren mi cara y se instala en el blando tejido de mi abdomen que en su día albergó dos vidas, vidas que salieron a la luz y buscan su camino y que como los pájaros también quieren volar. Sol, luz, aroma fragante que entra por mi ventana abierta al jardín con flores y cobijados insectos entre las hojas de mis plantas que escucho mecerse al amparo del viento suave de mayo. Tal vez la sequía que vino a mí en forma de silencio escrito quiera escurrirse y marchar, tal vez esas palabras entretejidas a la entraña y que duermen hace ya tanto tiempo regresen, tal vez pueda recordar entre la bruma de mi caos aquello que deba ser recordado para darme paz, para ser libre. Y es que estoy presa, sin identificar aquello que me acorrala, aquello que me encierra, que me tapa la boca y me ahoga la voz. Posible miedo, miedo sin nombre, ni localización ,ni forma, abstracto, feo, innoble, un miedo atroz a perderme en su bosque seco donde los pasos crujen, donde pierdo el aliento. Hoy cumplo años y quiero destapar de nuevo la esencia embotellada y darle aire, hoy como dijo Serrat, puede ser un gran día y así me lo planteo.