lunes, 24 de octubre de 2016

Me parte el alma en dos la imagen encogida  de mi alma que duerme. El alma que respira dolor y podredumbre, perro sarnoso que aúlla en las esquinas de mi cuerpo silente. Alma blanda, acabada de cocer a fuego lento hervida y a punto de perder su forma inacabada en el charco formado en su cintura. Que hacer con esta alma herida, muerta a palos, sangrante y deshecha. Parece dormir pero sé que está despierta penando por todas las esquinas de mi cuerpo silente. Callo y no otorgo, callo y no grito, callo por callar para que no me oigan porque el huracán de dolor se despeña por mis ojos cerrados y me inunda las lágrimas. Supongo que estar triste rompe el armazón que un día armé, un día de color cuando lejos de dormir mi alma despierta abarrotaba enérgica los espacios vacíos. Cómo volver a vagar sin miedo, abierta y triangular, sin miedo, sin miedo, sin rabia, sin pena, sin dolor clavada en la cruz imaginaria que me ronda, donde giro, donde me rompo. Encajar en este mundo muchas veces perdida, ciega, ajena a los mensajes que viajan en botella y se anclan en el olvido de inmensa arena. He de encontrar la puerta cerrada y picar dos veces, con mis suaves nudillos para que el complejo engranaje donde mi alma duerme, la despierte sin voces, sin gritos, susurrando consuelo que me lama la herida. Qué de valor se encuentra fuera de una, (oro brillante cosido en las costuras ), mendigo algo de fuerza,( mi alma calla y llora ), quizás no esté perdida, solo un poco ausente. Esta vida difícil, quebrada en mil astillas que recojo clavadas de mi carne, duele. Raíces acaparan los pasos que intento dar para salvarme y enredadas al pie me derriban. Buscando una salida voy a tu encuentro y en esta soledad de soledades espero que sepas perdonarme, porque te necesito.