domingo, 25 de septiembre de 2011

Frente al espejo (minicuentos)


Ilustración: OSMOME
No reconocí al hombre que tenía frente al espejo.
No puedo ser yo. Unos círculos precisos y negros rodean las cuencas de unos ojos tristes que me miran absortos y llenos de sorpresa.
No soy yo, me vuelvo a decir mientras abro una boca mustia de labios finos y resecos, dejando a la vista la podredumbre de unos pocos dientes que andan perdidos en el socavón de su cueva.
En una esquina del espejo duerme girada mi propia imagen antes de que la enfermedad intentara arrastrarme al otro lado sin conseguir del todo su propósito, pues aquí estoy, herido, pero resuelto a seguir viviendo.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La tarde

Ilustración: OSMOME
Andan ligeros los pensamientos,
encumbrados y leves dejan sentir
sus alas tiernas en mi cabeza espesa.
Tibia luz de la tarde que lame
los cristales salpicados de gotas y desespero.
Hay silencio y quietud, rondan
la desesperanza y la tristeza
en los pasillos abiertos y se cuelan
por huecos que se ofrecen a su paso, como bocas
hambrientas, túneles aciagos.
La radio se oye lejos,
llegan noticias de hoy, de ayer,
de nunca y siempre, ritmo
de vida al son de las campanas.
Algo detenido el polvo
que flota en el rayo de sol
que me toca la frente.
No hace calor. Un cierto temblor  acapara mis brazos.
Es pronto para recoger la vida en un atillo y echársela
al hombro.
Quiero cerrar los ojos y llegarme hasta el hueso.
Así, tal vez, empiece a comprender…
Es todo tan difícil, los pesos tan enormes,
la carga remontada a base del rugir opaco del aliento.
No puedo olfatear el futuro,
no soy sabueso, pero paloma sí, que asciende como el humo
y se pierde a lo lejos.
Es desde allí donde dejo junto al pellejo
algo del alma, a fuerza de elevarme, soltando lastre
y ese poco de coraje que quizás tuve.
Qué cobarde a mis ojos. No sé si me merezco las rizas
Y el tintineo feliz que acarrean mis niños en su lustroso lomo.
Es hermoso sentir sus cálidas miradas; no me cansa velar
sus sueños.
La tarde llega con su olor a café y a orina derramada,
voces que reclaman atención  y se hincan con uñas y dientes
pasean más allá de la puerta entreabierta.
Qué cansada la mano, tan en el extremo está,
que temo se desprenda descuartizada, desmembrada,
Impúdica, abierta, aferrando, sin embargo,
la esperanza de deslizar palabras con sentido
en el papel vacío de emociones
y dejarlo ahíto y satisfecho
antes de que alumbre la noche en la ventana.





sábado, 17 de septiembre de 2011

Alergia (minicuentos)

Ilustración: OSMOME

Creen que es alergia, pero es amor. No podía acercarme sin que toda mi cara cobrara el aspecto de una fresa, roja y brillante. Visto desde la lejanía todavía resultaba más atractivo a mis ojos, me imaginaba recorriendo lenta y cálidamente su piel sedosa, besando el hueco caprichoso de su mejilla y sintiendo muy adentro el aliento dulce de su boca. El sueño de estar algún día a su lado, sin miedo, me perseguía y torturaba, nada había que hacer mientras mis células respondieran como un semáforo a su proximidad. Condenada a la soledad y al exilio solo me quedaba vacunarme y esperar el milagro, por amor.

Bien está la fecha, que es un dato.

Ilustración: OSMOME


Siete magníficos, delicados, torturados, difíciles,
arrebatados años, todos seguidos en el hilo finísimo de la vida hilvanada juntos.
Dos luces parpadean muy cerca, alumbrando momentos oscuros que caen así, sin pedirlo, espesos, duros en nuestras atribuladas cabezas.
Qué de sensaciones, acumulo innombrable de pasado. Quedan imágenes como puntos de amor suspendidas en el aire tibio, y ahora lo respiro muy hondo, para empaparme en ese sudor de amor y vida, sobre todo mucha vida, vida y más vida, que cada vez queda mas lejos de la muerte.