jueves, 13 de abril de 2023

Y el viento huele a romero

Y a azahar de naranjal. Semanas Santas con frío en la punta de la nariz que moquea, salidas al campo antes del amanecer cuando cruje el suelo y un sol tímido asoma allá a lo lejos, subida al carro que lleva diligente una vieja mula. Vacaciones libres de problemas, donde solo importa abrir los brazos para coger el aire entero y soltar las risas que caracolean en la oreja. El camino al cementerio, a la bodega, a los almendros y la viña, una mona de huevo duro rojo y longaniza, el vino en una bota y el agua en un botijo; el andar se hace ligero y leve. Abajo la tierra nos acoge y suelta su olor, romero, tomillo, espliego mientras los pajaros atronan con su canto en un pino apretado de ramas generosas que los acoge. Debajo la merienda y las voces. Hoy recuerdo y revivo aquellos días al colocar,delicadamente, las ramas cortadas del romero que alegra mi jardín en el jarrón que adorna la foto donde mis padres, eternamente, sonrien.