domingo, 19 de junio de 2022

Las yemas de mis dedos

Una inesperada ansia de volar me ha sobrecogido esta mañana cuando un gorrión tímido y saltarín, se acercó al alpiste que está en el comedero de mi olivo. Lo hizo sin bulla, discretamente, refugiando sus movimientos en el enramaje verde del árbol generoso que crece en un rincón de mi jardín desde que lo plantamos,hace ya 28 años. Hay mucha calor, sudo por todos lados, hasta por los ojos y noto la sal picando en los labios, en los lagrimales, en los oidos, entre las piernas, debajo de los brazos. Sudo a mares.Entonces me imagino surcando el cielo, rompiendo el aire que se cuela por todo mi cuerpo y lo refresca. Una sensación magnífica que me recuerda a la entrada en el agua salada del mar de los veranos. Me gusta sentir la fuerza que destilan desde su quietud terrenal los troncos vivos de los árboles. Rodear su robusto cuerpo vegetal y mirar hacia arriba para ver colarse entre las hojas, el sol inclemente de mediodia, haciendo filigranas con la luz que me ciega, oyendo las chicharras rascar con ritmo sus cuerpos y sintiendo una ligera brisa caliente que trae rumores del mundo y del pasado. Creo tener en el abrazo algo de su pálpito de savia golpeando mi propio corazón, un alimento que sube directamente de la madre tierra y que le da vitalidad y belleza. No me cansa su vista, seda mis nervios estar cerca de un bosque respirando bajo las copas un aire limpio con aromas de romero, espliego, tomillo, pinaza y flores sencillas. Echo la vista atrás y un recuerdo hermoso viene a verme; la orilla de una rambla escasa en agua, un molino antiguo y roto en lo alto de una pequeña loma, el lecho donde me recuesto con un fuerte olor de hojas de pino y mi mirada extasiada en el cielo verde de chopos donde reverbera la luz cálida de julio. Escucho las chicharras, el correr del agua y los gorriones y acojo el tesoro del instante, como las luciernagas su mágica luz, y lo bordo con hilo de memoria a las costuras de mi alma. Abrazar y tocar con ternura el áspero contorno es una constante en mi vida. Vaya donde vaya, allí están elevandose hacia el cielo, refugio, sombra, alimento. Su lenguaje me alcanza a traves de las yemas de mis dedos y en la huella única que me identifica hay raices profundas que me llevan siempre que lo necesito a su seno.

1 comentario: