lunes, 18 de noviembre de 2019

26 de noviembre 2001

Rompe a llorar y tiemblan las luciérnagas.
Intermitente luz alumbra la cueva de mis ojos cansados de dolor y contracciones.
De madrugada se quiebran los cristales oscuros de la noche fría. Hay un viento helador, no lo dejes entrar que cojo frío.
Y al borde de la hora decides salir envuelta en piel tras el trueno de tu llanto para aliviar mi entraña. Y es verte y es saber que el hilo invisible que nos une no se puede cortar, es tejido de amor que arropa para siempre nuestro ir y venir por esta vida.

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