sábado, 15 de agosto de 2015

Tres años y vuelta....


Óleo de Julio César Aguilar / CUBA



Recogidos del tenderete expuesto del verano, andan mis miembros bien doblados en el cesto de la ropa limpia. Demasiada brisa.  Agitados, nerviosos, ahora descansan sin ruido en mutua compañía.
Fuera ruge el mar, muy lejos, debajo de nubes gruesas, tormentosas, alumbradas,  eléctricas, que rompen a llover sus desventuras en un agua fina que moja y lava los adentros, las entrañas y la cara, en asombro, porque no se hace una nunca a tanta belleza.
Y es sólo un recuerdo que sale disparado en maratón desde mi aorta, a golpes de latidos, intermitentes y rítmicos: pom ,pom, pom, pom, cegando, en ese grito, de sangre los oídos. 
 Tanta emoción entre paréntesis,  contenida cual genio en botella, puede ser causa sísmica de este terremoto emocional con el que cargo. Un fardo de cuadritos que elevo a duras penas en mi espalda curvada, mochila inmemoral que me acompaña y pesa. ¡Qué camino más denso!, gelatina que aprieta mis tobillos y dificulta el paso, poco a poco. Marco  leve  la silueta llagada de mis pies pequeños; hormigas con su grano, en línea hacia el nido obscuro y subterráneo donde duermen.
Y así voy,  escoltada, calentando motores  con paladas de amor que sorbo sin aliento hasta que, harta y completa, puedo echar a rodar y recorrer a velocidad estelar todo el círculo escueto de mi mundo.
El horizonte disuelto en azúcar de agua y cielo, me guiña coqueto su ojo cíclope de futuro. No sé qué me espera, o mejor, no sé qué se esconde entre sus turbulentas aguas, pero tampoco sufro esa ausencia de conocimiento; la incerteza me empuja a seguir, ¿qué hay más hermoso que abrirse a las sorpresas de un mago con chistera?.
Paloma  alzando el vuelo y mi corazón temblando en su pico, así me veo.

M. Pardo
2015