viernes, 13 de enero de 2012

La circunferencia de mi mundo

Hoy he tenido una visión. Temblaba mi coraje algo desvencijado ya en estos últimos tiempos de lucha sin cuartel, ante todo conmigo; temblaba sometido a un viento invisible cuyas ráfagas herían ese lugar sensible donde duermen algunos valores, como trofeos empolvados en el fondo de una vitrina. Esa fuerza animal que tiró de mí para comerme al mundo se ha hecho pequeñita y su peso liviano apenas abre un grito en mi pecho, ¡silencio! Autodigestión, engullida a mi misma, ácidos burbujean en el cráter de mi alma ahora volcán. Desolación y ruina, la bruma espesa y el calor lo envuelven todo. Busco esa luz, tiene que estar, aún no me rindo. Encender la llama duele muy adentro, es respirar tan duro que desgarrra, la piel caliente se dilata y ocupa la circunferencia de mi mundo. Tirante, a punto de quebrar, acoje el cauce manso de mis lágrimas. Lloro por mí. Atolladero donde pelean y gruñen mis ansias, mis defectos, mi infinita ignorancia...¿cómo salir de dentro, cómo no hundirse en este hueco triste?; a veces una risa, el brillo cada noche renovado de esa luna que adoro, las manos que me tocan y tañen en mi cuerpo sonidos de amor...¿oyes el eco?. Esta noche fría se rompe en la sartén de mi sencilla vida, ese mango que quiero y no puedo manejar me deja un poco a la deriva, el vaivén me seda, ya pasa el trago, hasta que sin yo esperarlo vuelva y me atenace, hasta entonces sigo caminando.

A vueltas de la vida.

La mañana se me ha hecho pequeña en la ventana de la memoria. He cerrado los ojos al tiempo que notaba un agudo dolor en todo el cuerpo, un dolor austral, frío y rotundo, un dolor desangelado, rudo, infeliz. El sueño ha picado ligero a la puerta de hierro de mi conciencia ocupada por el filo enervado de ese dolor que duerme conmigo, su timidez de pez quiere tragarse al temible tiburón que me devora;quiero creer que lo consigue. Ahora duermo, sin paz y roída como queso por ese calambre que se asoma a mis ojos cerrados. En ese inquieto dormir sin sueño se ha colado una brizna de alivio, un soplo que me da resuello y del que respiro.Pronto dan las 9, vuelta al trabajo. La almohada hundida guarda mi forma, si me acerco y presto oído, despide palabras y anhelos a la vez que yo me desperezo en un bullir de brazos y bostezos. Otro día persiguiendo a la vida, ya la alcanzo.